Leonora Carrington tiene reservada su habitación en Hotel Chelsea. Fue una mujer fascinante, enigmática y su vida fue surrealista. Pintora, escritora y pionera del
surrealismo que vivió en México durante casi setenta años. Fue
una rebelde toda su vida; simplemente por cuestionar lo que se
esperaba de ella, todo lo ponía en duda y lo investigaba.
Desde
su infancia en Inglaterra se rebeló contra las restricciones que
conllevaba ser la única niña entre varios hermanos varones. Durante
la adolescencia se rebeló contra las normas de las monjas y en
consecuencia la expulsaron dos veces del colegio.
Cuando
sus padres quisieron poner en práctica lo que ambicionaban para
ella que era: primero ser una joven de sociedad decorativa y luego, ser una esposa obediente. Se rebeló de nuevo y huyó a Londres.
Allí
deslumbró a los surrealistas en la década de 1930, formó parte del movimiento y
estuvo presente en un momento cumbre del arte del siglo XX en el París de la
preguerra, poblado de personajes como Pablo Picasso y Marcel Duchamp,
Salvador Dalí y Man Ray, Joan Miró y Francis Picabia y Max Ernst. Allí su arte creció en ese torbellino creador.
La
mayoría de estos nombres de hombres son inmortales, mientras que
ella(al menos fuera de México) supone poco más que una nota a pie de
página en la historia del arte. Pero eso a Leonora le daba igual, se
rebeló de la visión que tenían de ella como femme-enfant, como
musa. Y el gran atractivo de Leonora reside en su negativa a ser la
musa de nadie.
Joan
Miró en una ocasión le dio dinero para que fuera a comprarle
cigarrillos y ella le devolvió el dinero diciendo que fuera el
mismo.
También
en México años más tarde se rebeló contra la concepción machista
latina de cómo deben comportarse las mujeres.
Cuando
llegaron los hijos se rebeló contra cualquier noción según lo que
la maternidad exigía y produjo sus mejores obras en pleno caos
doméstico, pintando con un bebé en la mano y el pincel en la otra.
Y
de una forma gloriosa se rebeló contra la fórmula que le habría
ayudado a convertirse en una artista consagrada, enemistándose con
importantes mecenas y galeristas y negándose a conceder entrevistas
o a dejarse fotografiar para periódicos y revistas.
Nunca
había buscado ni necesitado fama ni atención. Era la antítesis
del artista que persigue al mundo de galeristas y coleccionistas.
Se
rebeló también contra la idea de un hogar estable o cómodo dejando
varios matrimonios a medias.
Y
por último, se embarcó en su última rebelión: contra la vejez a la que que no permitió debilitarla.
Para profundizar en su vida, recomiendo el libro que acaba de publicar la Editorial Turner "Una vida surrealista" de Jonana Moorhead. http://www.turnerlibros.com/book/leonora-carrington-2478.html
Leonora Carrington nació en 1917 en Inglaterra en una familia acomodada, privilegiada y unida. Le mandaron a los mejores colegios e internados donde la expulsaban de uno detrás de otro. Después debutó en Sociedad en la corte donde le organizaron un baile en el Ritz y después, se fugó y se esfumó escapando teatralmente de un gran salto a Europa.
Renunció
a todos estos privilegios con solo veinte años. Nunca había buscado
complacer a los demás; no perdía el tiempo en eso y pensaba que le apartaba de las cosas importantes de la vida,que era serle fiel a la
curiosidad sobre las ideas y sobre el arte.
En
Londres conoció al pintor Marx Ernst y se enamoraron al instante.
Podríamos decir que tuvieron un flechazo surrealista. Los sueños,
la libre asociación y técnicas como la escritura y la pintura
automática fomentando el flujo espontáneo de palabras, pensamientos
e imágenes propio de los surrealistas les unió. Hablaban el mismo
idioma. De un mundo que se mueve entre mundos. El mundo de los sueños
y la imaginación.
Están
en plena eclosión del movimiento surrealista y su grupo de amigos
más cercanos e íntimos son la fotógrafa Lee Mileer,Man Ray, Andre
Bretón, Pablo Picaso, Salvador Dalí, Marcel Duchamp y todos
terminan viviendo en París.
Los
cuadros de Leonora transportan a otro mundo extraño. Con criaturas
equinas flotando y bailando por unos paisajes de otro mundo. Con
pájaros,gansos elegantes, patos y golondrinas. Sus pinturas son mundos
insólitos y de apariencia siniestra. Campos de cielos rojos y montes
de color ámbar donde desfilan personas con túnicas blancas.
La
vida en pareja duró un año. Leonora había llegado a una conclusión
esencial sobre ser mujer y artista : si se quedaba con Max, éste le
empequeñecería. Sería un elemento más en el cuadro de su vida.
Pero las circunstancias políticas(recordemos que estamos en el año 1940
y el avance nazi era imparable sobre Francia) fueron las que finalmente
destruyeron el idilio amoroso. Leonora empieza a tener un “síndrome de guerra”.
Perturbada, físicamente disminuida, mentalmente debilitada,fue
ingresada por sus acaudalados padres en una clínica psiquiátrica de
Santander. legó allí con brote psicótico, con delirios,
alucinaciones y comportamientos paranoicos. Estaba medicada y atada de pies
y manos. Se diría que con tanta medicación se trataba de una locura
forzada
Y
entra en catarsis . Los recuerdos de aquellos días están recogidos
en un relato autobiográfico titulado Memorias
de abajo. Que
narra dos viajes, uno es la huida de Francia a España, y el otro el
viaje de la cordura a la locura. Un texto fundamental en la historia
del surrealismo. Es la historia contada desde dentro de una crisis
nerviosa y una grave enfermedad mental en la línea de La campana de
Cristal de Sylvia Plath y Más allá del cristal de Antonia White.
Contando lo que se siente al perder el sentido de la realidad.
Con la escritura Carrington exorcizó sus males y finalmente salió de allí. De
nuevo dio esquinazo a su familia y se fue a Lisboa y de allí a Nueva
York donde de nuevo se encontró con el grupo surrealista ahora
exiliados: Peggy Guggenheim, Piet Mondrian, la fotógrafa Berenice
Abbot. Estamos
ya en el año 1942 y Peggy Guggenheim, tuvo la rompedora idea de
organizar una exposición en su propia galería llamada “Treinta
Mujeres” con obras de Frida Kahlo, Leonor Fini, Meret Oppenheim y
Leonora entre otras.
Después
de esto Leonora se fue a México, se fue a el mundo mágico de los
Mayas donde se había promovido una política de puertas abiertas con
los refugiados europeos en especial con intelectuales y artistas
de ascendencia española. Allí conoció a la pintora Remedios Varo y
a la fotógrafa Kati Horna y entre ellas creció una amistad
cómplice. Leonora y sus amigas habían hecho un cambio radical. El
suyo es un surrealismo que no se había cultivado antes, ya no eran
simples musas. Leonora, Remedios y Kati llevaron el surrealismo a un
nuevo territorio, un nuevo territorio centrado en la mujer y en el
instinto.
Leonora
fue ecofeminista y new age mucho antes de que se inventaran estos
términos. Era feminista de una forma instintiva e inflexible y
sentía preocupación natural por el entorno y por el hecho de que el
planeta estuviera siendo maltratado por la llamada “especie
inteligente”.
La
igualdad de hombres y mujeres era algo que daba por hecho, algo que
no podía creer que a principios del siglo XXI tuviéramos que seguir
luchando por conseguir.
Nuestra
historia ha sido tan manipulada que nos resulta difícil limaginar
algo que no sea el patriarcado en que vivimos, y sin embargo Leonora
estaba decidida a intentarlo.
Leonora
fue una aventurera y la vejez la llevaba como un reto para ella era
una aventura más que había que vivir. Con ochenta y nueve años
seguía siendo la guerrera de siempre y la batalla a la que se
enfrentaba era una aventura más, la más dura de su vida. La muerte.
Falleció
a los 94 años en México.
Adjunto el podcast de la sección Hotel Chelsea en el programa radiofónico Carretera Perdida. Min 19:01
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